¿Por qué no incluir al sol en los créditos hipotecarios?

Percent Sign With 3d Man Showing Percentage Or InvestmentHace unos meses entrevisté a Gabriel Neumeyer, presidente de La Asociación Chilena de Energía Solar (Acesol), una entidad gremial que reúne a casi 50 empresas que fomentan este tipo de tecnología en Chile.

Entre los temas que hablamos salió a colación la posibilidad de que, para masificar aún más la instalación de paneles fotovoltaicos a nivel domiciliario, los bancos entregaran créditos especializados al respecto, o bien, incluyeran la instalación de estos sistemas dentro del crédito hipotecario de viviendas nuevas, como un valor agregado.

La idea no es mala. Por un lado, los bancos podrían ganar puntos en sus estrategias de sustentabilidad y/o responsabilidad con el cambio climático, y por el otro, los proyectos inmobiliarios se vestirían de verde incorporando este bonnus track.

El Ministerio de Energía y BancoEstado han sido lo más adelantados. De hecho, en el primer encuentro gremial Proyecta Solar Chile Latam realizado en abril de este año,  Jorge González, subgerente de pequeñas empresas de BancoEstado, anunció que en agosto sería lanzada un nueva herramienta de financiamiento de implementación de sistemas de energías renovables no convencionales (ERNC) dirigido a más de 20 mil pequeñas empresas. Lo hicieron en junio.

Pero ¿qué pasa con el resto de la industria bancaria? o ¿por qué no llevar la iniciativa de BancoEstado a clientes particulares? La idea de incluir la energía solar a los créditos hipotecarios podría significar una explosión de panales fotovoltaicos en Chile, que -entre otras cosas- podría activar definitivamente la famosa Ley de Generación Distribuida o Ley de Net Billing (20.571), la cual ha prendido bastante poco. Además, sería un elemento clave en la Agenda 2030 del gobierno y los compromisos que el Estado chileno tiene con respecto a la descarbonización de la economía a 2050.

Sólo falta que los departamentos y áreas de innovación y nuevos negocios de la banca chilena apuesten por esta modalidad y busquen dónde está el negocio, que claramente, va por ese camino. Especialmente en un país que es reconocido internacionalemnte como uno de los que más (y más rápido) está invirtiendo en energía solar.

Aquí algunos ejemplos de financimiento al sol

4 razones de porqué una compañía es sustentable

Por lo general, creo que las grandes compañías son «sustentables» por cuatro razones. No necesariamente tienen una sola, sino una mezcla de todas, pero con una fuerte tendencia a alguna de ellas.los-amigos-se-preocupan-por-ti

1.- Marketing:

Es quizá una de las primeras y más antiguas aproximaciones de la empresa moderna a la sustentabilidad. De hecho, sus origen está en el concepto -hoy mirado como asistencialista- de RSE (Responsabilidad Social Empresarial). Eso sí, ha evolucionado bastante. Pasando del financimiento de una escuela en comunidades aledañas, hasta sofisticadas acciones de «valor compartido». Aquí no estoy viendo esto como algo negativo, sólo deseo aclarar que el principal espíritu dice relación con objetivos de marketing y comunicacionales.

Hoy existe una evolución al respecto. La mayor participación ciudadana y las redes sociales, han hecho que muchas empresas se desvivan por lograr la tan anhelada «licencia social». Que no es otra cosa, que la aprobación de uno de los principales stakeholders de las compañías: las comunidades a las que afectan. Por otro lado, la «buena prensa» que se obtiene al realizar acciones a favor del medioambiente y en contra del cambio climático es otro ingrediente que ayuda a una buena estrategia orientada al marketing. Claramente acá entran también temas como la equidad de género e inclusión.

2.- Obligación /Legislación:

Es quizá una de las principales motivaciones que ha movido la balanza desde la RSE hacia la sostenibilidad y a una forma nueva de hacer negocios. Por varias razones, los gobiernos y la legislación se ha puesto cada vez más exigentes con respecto a permisos medioambientales, aprobación de las comunidades, normas de eficiencia energética y obligaciones con respecto a las externalidades negativas de un proyecto de inversión. Desde un pequeño edificio en medio de una ciudad, hasta una planta industrial.

Quizá las empresas mineras han sido las más rápidas en entender y adoptar procedimientos y crear áreas al respecto, especialmente en los últimos años con las malas experiencias como Pascua Lama (Barrick Gold). A medida que surge estra transformación, la legislación también evoluciona, como comenzará a ocurrir en los próximos años con la Ley de Reciclaje y Responsabilidad Extendida del Productor (Ley REP), que ya está promulgada y cuyos reglamentos están en proceso de consolidación.

En este campo, la institucionalidad ambiental, como el caso del SEA o la misma EAE consolidan la obligación de las empresas.

3.- Exigencia de los inversionistas:

El cambio cultural de los consumidores hacia una visión más sustentable de la forma de hacer negocios (medioambiente, diversidad, equidad de género, cambio climático, etc.), más la comprobación empírica de cómo «bugs» de reputación corporativa pueden afectar al negocio de una compañía (ver caso VolksWagen, CMPC o Agrosuper, por nombrar algunos), han hecho que los inversionistas y directorios estén cada vez más preocupados de buscar acciones y decisiones sustentables. En otras palabras, las malas experiencias traen consigo nuevos estándares, nuevos procedimientos y nuevas exigencias de parte de inversionistas. Volviendo a Pascua Lama, fueron los inversionistas canadienses de Barrick Gold quienes pusieron el grito en el aire y llevaron el tema a la justicia.

Otra muy mala experiencia, hizo que una empresa como Siemens, saliera del hoyo de un escándalo mundial y se convirtiera, hoy, en uno de los símbolos de la sustentabilidad, gracias, en gran parte a una exigencia de los accionistas.

En los últimos meses he conversado con varios gerentes de sustentabilidad o cargos afines que me indicaron que cada vez es más frecuente la presentación del estado y proyectos de esta área en las reuniones de directorios. En Europa, esto avanza cada vez más fuerte. tanto así que existen fondos de inversión que no desembolsan un euro si es que no están seguros que las compañías tienen ciertos estándares de sustentabilidad mínimos.

Otra variante de este grupo es simplemente, porque ser sustentable es más rentable que no serlo. Por ejemplo, hay viñas chilenas que para entrar a mercados internacioanles tiene sí o sí que ser sustentables. Por otro lado, para empresas como Unilever o Natura es la clave y el centro de su negocio, por lo tanto, hay una exigencia más clara por parte de los accionistas.

4.- Por convicción:

En un panorama ideal, la sustentabilidad está en el ADN de una compañía. Creo que realmente ninguna empresa lo tiene 100% en su ADN o está inserta en todos sus empleados. Pero claramente hay organizaciones en donde la mayoría de sus trabajadores sienten que están en un lugar donde las cosas se hacen de forma más sustentable y eso, se refleja en el clima laboral, en los proyectos y en la relación con todos sus stakeholders. Quizá en un futuro mediano, esto sea parte escencial de hacer negocios. Por ahí está la evolución sustentable.

Sustentabilidad: La piedra que mató a un posible Goliat

No sólo hay que serlo, sino también parecerlo.

Este dicho popular no pude ser más atingente para algo que apunta el portal de noticias ComunicaRSE, planteando que uno de los factores decisivos para que la gigante Kraft Heinz no comprara al otro titán, Unilever, fue la sustentabilidad.

La fuerte diferencia en las culturas corporativas de ambas compañías fue como agua y aceite. «Parece que Kraft Heinz había subestimado tanto el valor intrínseco de Unilever como el reto de obtener el control de una compañía cuyos accionistas se iban a oponer a esa medida de forma ruidosa», comentó Martin Deboo, analista de Jefferies International, en dicho artículo.

Y ojo, que la oferta fue de US$143.000 millones.

El tema no es menor. De hecho, se puede transformar en un hito importantísimo con respecto a la importancia de incorporar una cultura orientada a la sustentabilidad, como factor que no sólo influye en el negocio (ventas), sino también en la inversión, llegando incluso a decidir si se realiza o no un movimiento de compra/venta tan gigantesco como el que se hubiese dado.

Si bien las políticas de sustentabilidad existen en muchas empresas, éstas se refuerzan cuando son los directorios quienes escuchan y deciden en torno a parámetros sustentables dentro del Gobierno Corporativo. Incluso, en Chile, las normas N°385 y 386  de la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) son un excelente intento del regulador por prender las alarmas en las sociedades anónimas abiertas.

Pero donde ese reforzamiento se transforma en cambios significativos y trascendentales es cuando los inversionistas y los fondos de inversión consideran a la sustentabilidad como algo clave para el movimiento de la compañía. Quizá por esto, la tendencia del ESG (Environmental, Social and Governance) está tomando tanta fuerza. Básicamente porque implica sistemas de medición y control concretos para las iniciativas sustentables y no sólo una publicación de “lo que hicimos” y “lo que esperamos hacer” de un reporte de sustentabilidad (sin desmerecerlos).

Unilever tienen en el ADN las prácticas sustentables y es, quizá, uno de los símbolos en el sector privado a nivel mundial. Lo sucedido con Kraft Heinz puede ser bastante simbólico y mover la aguja hacia la sostenibilidad a la hora de grandes fusiones en el futuro mediano.

Por eso es clave que la sustentabilidad se refleje en hechos concretos y ojalá en las mismas capas que implican el funcionamiento del negocio (algo que quizá es más palpable en empresas que fabrican productos físicos). Porque o sino, por mucho que existan buenas intenciones, si una empresa no tiene iniciativas reales en sustentabilidad, a la larga todo se desinfla. En otras palabras –y volviendo a los dichos populares- : “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.

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El sol ya no es una apuesta

15977972_10154281420092379_1839753071597322503_nNo es que quiera hacer una apología acerca de las energías renovables y demonizar a las menos “limpias”, pero cuando a los periodistas nos toca conocer en terreno de lo que escribimos cambia un poco la perspectiva.

La semana pasada visité la planta fotovoltaica El Romero, desarrollada por la empresa española Acciona, que está ubicada en la comuna de Vallenar (Región de Atacama),  a 645 km al norte de Santiago. Es la más grande de América Latina. Ya está funcionando, pero en marzo se realizará la inauguración oficial.

Pero más que el baile de cifras de 776.000 módulos fotovoltaicos de silicio, una  superficie de captación de radiación de 1,5 millones de m2 en un terreno de 280 hectáreas, lo que más sorprende es que, efectivamente, es una inversión rentable. Como muchas otras que hace años comenzaron a aparecer en Chile, principalmente en el norte y el centro del país. Incluso, hasta hay un sobrestock de oferta.

Hace unos 15 o 20 años atrás, se veía con simpatía cómo se construían pequeñas plantas fotovoltaicas. Incluso, era motivador ver al típico europeo (generalmente alemán), que ya radicado en Chile, instalaba una solución de paneles en su parcela con un envidiable entusiasmo. Claro… era todo un aparataje que no permitía utilizar hervidores eléctricos o planchas.

Incluso, recuerdo de joven cómo iba con algunos amigos a una instalación de panales semi abandonada en las afueras de Calama a mirar boquiabiertos esa especie de ventanas (la mitad apedreadas) sacadas de una película de ciencia ficción.

En los ’80, en los ’90 e incluso en la primera década de este siglo, la energía solar aún seguía siendo una  “apuesta”, de tipos girosintronillos, algo ecológicos y muy entusiastas. Y a nivel corporativo, una especie de experimento de las áreas de innovación, que llenaban muchos artículos en la prensa.

Pero hace unos años, con el nivel de inversiones con respecto a  plantas fotovoltaicas a nivel nacional, la mayor preocupación por el cambio climático y otra serie de factores, el sol dejó de ser una apuesta. Ahora, es una inversión y un negocio. Y la gigantesca planta El Romero (que parece un lago mirada desde lejos)  es uno de los ejemplos claros de esta tendencia.15977347_10154281420577379_4185065429427831561_n

Hace poco le pregunté a dos fuentes bastantes expertas del tema ERNC (Diego Lizana, de la AChEE y Peter Horn de Heliplast) cuál era la razón de que se haya acelerado tanto el interés por la energía solar. La respuesta fue unánime: Bajaron significativamente los precios de los paneles solares, principalmente influido por la alta producción de China. De hecho, los paneles solares de la planta de Acciona en el Desierto de Atacama, son chinos.

Por eso, por muy renovable que sean, por muy ecológica que esté la conciencia mundial, finalmente, cuando se abaratan los costos, se puede desarrollar una industria. Y la última licitación eléctrica lo dejó claro. Es un tema de precio.

El quebradero de cabeza de los paisajistas

69c3a960-ac90-4585-b002-b29a4682a688-large¿Qué hacen los ministros del Medio Ambiente y de Energía sentados en un desayuno frente a una docena de periodistas?

Simple: haciendo una simbiósis absolutamente y necesariamente lógica entre dos entidades que deben trabajar en conjunto para enfrentar temas como el cambio climático y el desarrollo sustentable.

Pablo Badenier y Andrés Rebolledo presentaron tres guías sobre cómo incorporar aspectos medioambientales en los proyectos de plantas de energías renovables. Una sobre uso del agua en la refrigeración de centrales termoeléctricas, otra sobre Evaluación Ambiental Estratégica (EAE) a la Política Energética 2050 y la última sobre  el Valor paisajístico para líneas de transmisión eléctrica y subestaciones.

Independiente de que considero un verdadero gasto de recursos llevar estas guías a una edición en papel que claramente no es barata, esta complementación entre ambos mundos me parece una muy buena noticia.

La mayor parte de la conversación estuvo enfocada en el tema del paisajismo en el sector eléctrico, materia en que la experta Nicola Borregaard dio cátedra. Sin embargo, no quedó muy claro realmente cuál es el parámetro que deben utilizar las empresas que construyen las plantas eléctricas e implementan las líneas de transmisión. ¿Se deben enfocar en la guía?, ¿en una propuesta de diseñadores y artistas?, ¿en la experiencia? o ¿en lo que quieren las comunidades? (¿o todas las anteriores?).

img_6386Recordemos que, en gran parte, el proyecto de Hidroaysén se derrumbó porque las líneas de transmisión eran un atentado “paisajístico” y medioambiental. Lo que nunca me quedó claro si eran los lugareños lo que se sentían amenazados o un grupo de santiaguinos que desde una oficina en la comuna de Providencia organizaban “Patagonia sin Represas”.

Como sea, es interesante el desafío para diseñadores, paisajistas, arquitectos y artistas de hacer que algo tan industrial como cables, metal y electricidad sea armónico con el entorno natural o urbano. Algo ya hemos visto con una serie de propuestas en las antenas para la telefonía móvil. Se ve como una muy interesante línea de trabajo y… una oportunidad de negocio, orientado a la sustentabilidad.

Con una mano en el corazón… ¿separa la basura?

Un reciente estudio realizado por Acción Empresas y publicado en HUB Sustentabilidad indicó que casi el 60% de los encuestados no separa, ni recicla, ni clasifica la basura.

Este tema no es menor, si consideramos que una de los pilares de la Ley REP, cuando comience a funcionar 100% es el aporte de los ciudadanos, en sus casas, en sus cocinas y en sus basureros para que todo el sistema funcione. Claro… el concepto de la ley es la «responsabilidad del productor». Pero claramente, el consumidor también será responsable.

Suena bonito… Suena pro… Pero hágase la pregunta ¿Realmente separa la basura en casa? O más bien, hágala en una reunión de amigos, entre los compañeros de trabajo, entre sus colegas.

Puede llevarse más de alguna sorpresa. O más aún, puede empezar a proyectar cuál será el nivel de inversión en marketing, educación y publicidad que deberán comenzar a invertir los productores y el mismo Gobierno para crear la conciencia.

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